Realizar actividad física, implica más que solo tener intención o necesidad, pues involucra la parte del compromiso, la concentración y la actitud.
Cuantas veces has desertado porque decidiste cambiar la hora de tu clase o entrenamiento por irte a tomar un café, por quedarte dormida, por estar chateando… y la lista podría continuar.
Hacer ejercicio es algo más que moda, y debemos estar conscientes de que los resultados no vendrán de manera implícita por el simple hecho de inscribirte a un gimnasio. Hacer ejercicio con la idea de tener o mejor dicho esperar un resultado, es tener un objetivo…te has preguntado:
¿Cuál es mi objetivo, al inscribirte a un gimnasio, clase, o actividad?
Por ejemplo “por salud” “por mejorar mi forma física”, “por acondicionarme”
¿Lo has conseguido?
¿Has podido cumplir con tus objetivos?
El llegar a cumplir nuestros propósitos podría parecer simple, pero requiere de un conjunto de situaciones:
1.Que se tenga el gusto o atracción por esa actividad
2.Saber si cuento con aptitudes para poder realizarla.- Esto podría parecer de sobra, pero hay que entender que no todas las actividades son para todas las personas, ya que aunque pudiera gustarme mucho la clase o entrenamiento, el hecho de que probablemente no me encontrara físicamente apto para realizarlo, puede traerme consecuencias.
3.Tener el tiempo para realizar la actividad.- Saber que se debe cumplir con un formato o planeación de la actividad, es decir, que no basta con “aunque sea poquito”.
4.Tener la actitud y el compromiso conmigo mismo primero y también con mi entrenador.
5.Saber mi punto de partida.- “Lo que no se mide, no se puede mejorar”, para esto es importante la realización de una evaluación, para conocer cómo me encuentro de mis sistemas, músculos, articulaciones, etcétera, ya que en muchas ocasiones podemos arrastrar situaciones de salud, como por ejemplo, problemas de columna, hipertensión y como no nos hemos percatado de ello, la actividad podría resultar contraproducente.